Hay diferentes versiones acerca de cómo Tarantino llegó a bautizar Reservoir Dogs con un título aparentemente incomprensible. La más fiable, o al menos la que se ha dado por oficial, es la que parte de una anécdota que Tarantino vivió durante su época de empleado en Video Archives. La historia es mínima: una cliente del videoclub expresa a Quentin su intención de ir al cine a ver una película de Louis Malle, Reservoir Les Enfants (títulada en realidad Au Revoir Les Enfants, y estrenada en 1987). De esta forma, un simple chiste privado a costa de un error de pronunciación acabaría fijado en la ópera prima del director de Knoxville.
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