lunes, 11 de noviembre de 2013

Aquel Maldito Tren Blindado (Quel Maledetto Treno Blindato, 1978, Enzo G. Castellari) y Los Cañones De Navarone (The Guns Of Navarone, 1961, J. Lee Thompson)

Cuando nos llegaron las primeras noticias de Malditos Bastardos, se produjo un breve estado de confusión: al parecer, Tarantino había emprendido en su película una especie de remake del spaghetti-bélico italiano Aquel Maldito Tren Blindado (Quel Maledetto Treno Blindato, 1978, Enzo G. Castellari). Pero la confusión no tardó en despejarse. En realidad, Quentin se apropiaba únicamente del título en inglés de la película de Castellari, introduciendo deliberadamente un error ortográfico: así, Inglorious Bastards pasaba a ser Inglo(u)rious Bast(e)rds.

El propio Tarantino cuenta la historia en la entrevista con Castellari que figura entre los extras de la edición en DVD(remasterizada y expandida) de Aquel Maldito Tren Blindado.

Quentin era apenas un adolescente cuando leyó, en un artículo de la revista "Variety", la primera referencia al film de Castellari. Enseguida le impactó su argumento: la historia de una banda de soldados convictos que, tras escapar de una cárcel del ejército aliado, se ven envueltos en la peligrosa misión de hacerse pasar por soldados nazis y penetrar en el territorio de la Francia Ocupada para robar el giroscopio de un cohete.

La película, una adaptación barata de los relatos de "hombres embarcados en una misión" que podían disfrutarse en clásicos estadounidenses como Doce Del Patíbulo (The Dirty Dozen, 1967, Robert Aldrich), era ilocalizable en los cines de Los Ángeles que solía visitar Tarantino. La vería tiempo después, en un pase televisivo, y pudo comprobar cómo sus expectativas se veían claramente superadas: no sólo estaba llena de acción y momentos cómicos, sino que resultaba un fantástico híbrido entre spaghetti-western, cine bélico y trazos directamente heredados de Sam Peckinpah.

Entre Quentin y sus amigos, la cinta de Castellari se convirtió enseguida en un género propio: en la pequeña comunidad cinéfila en la que se movía el futuro director de Pulp Fiction, el subgénero men-on-a-mission pasó a llamarse, simplemente, películas-inglorious-bastards. Cuando, mucho tiempo después, Tarantino pudo escribir al fin su particular aportación al cine bélico, sólo tenía una idea en mente: titularla igual que la obra que, para él, se había convertido en un regocijo privado, algo que sólo él y sus colegas freaks habían sabido apreciar como se merecía.

Inglorious Bastards (Castellari)

Inglourious Basterds (Tarantino)


En efecto, Malditos Bastardos parte de ese núcleo esencial de soldados inmersos en una misión de tintes suicidas, que también encontramos en Aquel Maldito Tren Blindado (esa delirante película en la que un tirachinas puede convertirse en una improbable arma letal). De hecho, el material de base de ambos films es el mismo, como ya apuntamos: los relatos men-on-a-mission. Así, el primer impulso que según Quentin activó la escritura de Malditos Bastardos, además del título del exploitation de Castellari, fue la voluntad de idear una historia muy similar a la de Los Cañones de Navarone (The Guns Of Navarone, 1961, J. Lee Thompson), donde un comando aliado se infiltra en una fortaleza alemana para destruir unos cañones. En la obra de Tarantino, como sabemos, esa premisa mutará hacia el sabotaje de un preestreno nazi en un cine del Paris ocupado.



Otros títulos de corte similar, incorporados a la batería de influencias de los basterdos, son:

* El Desafío De Las Águilas (Where Eagles Dare, 1968, Brian G. Hutton) -un influyente ejemplo de nazismo pulp-

* Cinco Para El Infierno (Cinque Per L'Inferno, 1969, Gillo Pontecorvo) -en la estela del macaroni combat facturado por Castellari-

* El Largo Día Del Águila (La Batagglia D'Inghilterra, 1969, Enzo G. Castellari)

* Invasión En Birmania (Merrill's Marauders, 1962, Samuel Fueller)


Como iremos viendo en otras entradas de este blog, la película de Tarantino es, sin embargo, mucho más que eso. Se trata de un monumental ejercicio de intertextualización y mixtura de géneros, de una fantasía que reescribe la historia, con el cinematógrafo convertido en una poderosa herramienta de cambio.

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